viernes, 25 de julio de 2014

Presentacion de La Conspiracion del 23 F


PRESENTACIÓN DEL LIBRO “LA CONSPIRACIÓN DEL 23-F”,

DE MARÍA GRACIA

(POR: MANUEL CAMACHO)
Escribir es compartir un sueño.
Queridos amigos: ¡Buenas tardes!; con aromas de madreselvas.
Quiero, en primer lugar, manifestar mi gratitud a María Gracia por la merced de pensar en mí para escribir el prólogo de esta gran obra, de esta magnífica novela, La conspiración del 23-F, y de invitarme a que participe, como padrino, en la ceremonia de presentación en sociedad de su nueva hija de palabras que, en esta ocasión, se viste de tinta y papel (podría hacerlo de electrones y silicio o germanio o, con traje futurista, de electrones y grafeno) para acudir a su fiesta  de Puesta de largo, con el deseo de sorprender a todos aquellos que se paseen por los senderos mágicos de sus páginas; hago extensiva mi gratitud al editor de la novela, nuestro entrañable amigo Basilio. Así mismo, quiero agradeceros a todos los presentes en este acto, visibles e invisibles, el calor  y el aliento de vuestra presencia.
Como puede leerse en las primeras líneas del prólogo de La conspiración del 23-F, y cito: “Solo de una persona con un alma grande y una pluma extraordinaria puede salir una obra espléndida: nadie da lo que no tiene...”; fin de la cita. Y un alma grande, queridos amigos, sólo cabe en una gran persona. Así pues, hablaremos de la persona, de la escritora y de la obra que hoy se presenta:
LA PERSONA
María  Gracia es una persona con alma grande, un ser virtuoso; la grandeza de su alma no se supone, está demostrada; los que la conocemos lo sabemos.  La vida no se lo ha puesto fácil:
Dios pone muchas dificultades en el camino de la gente virtuosa, porque quiere que la estrella de estos seres de luz brille en el cielo con todo su esplendor.
Son muchas las adversidades en las que se ha encontrado, y de todas ha salido actuando con valor, con coraje, con dignidad, con generosidad...; con amor. Creo que la Madre Teresa de Calcuta pensaba en personas como María Gracia cuando, durante una noche de tormenta, en la colonia de leprosos de un pueblo indio, a orillas del Ganges, escribió el hermoso texto, que, con vuestro permiso, y por la sublime belleza del mismo, leeré completo, dice así:
La vida es una oportunidad, aprovéchala.

La vida es belleza, admírala.

La vida es beatitud, saboréala.

La vida es un sueño, hazlo realidad.

La vida es un reto, afróntalo.

La vida es un deber, cúmplelo.

La vida es un juego, juégalo.

La vida es preciosa, cuídala.

La vida es riqueza, consérvala.

La vida es amor, gózala

La vida es un misterio, desvélalo.

La vida es promesa, cúmplela.

La vida es tristeza, supérala.

La vida es un himno, cántalo.

La vida es un combate, acéptalo.

La vida es una tragedia, doméñala.

La vida es una aventura, arróstrala.

La vida es felicidad, merécela.

La vida es la vida, defiéndela.
Fin del texto.
La persona virtuosa no se lamenta de las contrariedades; intenta sacar, de todas ellas, una enseñanza.

LA ESCRITORA
María  Gracia es una escritora extraordinaria; la naturaleza la ha dotado de unas facultades especiales para la literatura, que ella ha cultivado con esmero: una alta sensibilidad, un gran poder de observación, una enorme memoria, una fabulosa intuición... Goza de una especial empatía que le lleva a ponerse en el lugar de los seres humanos que observa o imagina y a sentir plenamente sus vibraciones o emociones para después, de manera mágica, comunicarlas a su obra: eso se llama aptitud artística.
Estudió farmacia; pero ella no nació para ser farmacéutica, nació para ser escritora, una escritora extraordinaria, y ha sido fiel a su destino; ama la escritura y vive ese amor con total entrega, pasión y regocijo. La escritura no es para ella un trabajo ni una misión; es una vocación artística, es decir: un trabajo hermoso y bello que colabora en la transformación positiva del mundo y que permite la expresión de los dones y valores de la persona en beneficio de los demás.

 Cuando la aptitud y la vocación se casan, nace la magia.
 
LA OBRA
Bastaría con añadir a lo manifestado en los puntos anteriores  esa interesante sentencia que dice: “Un buen libro siempre es mejor que la persona que lo escribe”,  y que  La conspiración del 23-F es una espléndida novela, para expresar la grandeza de la misma y la de todas las obras de su autora.
Los que siembran bondades y las cultivan con amor cosechan excelencias.
Ahora bien, quiero ser más explícito y hacer mención a algunos de los méritos o bondades que distinguen la novela que hoy presentamos; tales como:
El carácter propio de la novela: genuino, transparente, ameno, interesante, vigoroso...
La riqueza del léxico y la gran sensibilidad de la autora por el lenguaje vivo y popular, en tono cervantino;  una opinión muy generalizada atribuye una influencia muy considerable en el éxito y belleza de la sublime obra de Cervantes, Don Quijote de la Mancha, a la expresión de este tipo de lenguaje en boca de Sancho Panza.
La cantidad y diversidad de sus personajes, que entran y salen de las páginas de la obra en el momento oportuno y durante el tiempo justo para dejarnos toda la esencia de sus apasionantes vidas; y permanecen en la mente del lector sin dejar espacio para las sombras. Es en este punto donde encuentro a la extraordinaria escritora y a su espléndida obra: si comparamos analógicamente la novela, como género literario, con un tren, el tren de la imaginación, vemos que la novela en general consiste en un viaje en tren; en un tren que se desplaza por unos determinados lugares en un periodo de tiempo concreto; durante el viaje, el tren va parando en las estaciones de su recorrido, estaciones en las que se suben nuevos personajes que se integran en la historia, y se bajan otros que  participaron en la misma y de los que ya nada más se supo, simplemente desaparecen de la novela. En las obras de María Gracia todo ocurre de forma similar, solo que los personajes son muchos y muy diversos y nadie se baja del tren, ninguno desaparece (ni tan siquiera los muertos), permanecen en la mente del lector durante todo el viaje; aquellos que en un determinado momento no están en escena descansan en su compartimento, perfectamente localizados, dando testimonio de su existencia. Esto supone un nuevo concepto dentro de los relatos largos, el concepto fotográfico: el de una imagen tomada con una cámara de gran angular, más allá del ojo de pez, que abarca todo el recorrido de nuestro imaginario tren; y que da lugar, para mi entender, a la creación de un nuevo género literario, el relato mágico, la novela-cuento: un relato largo donde lo inmenso se mide y la medida es inmensa; pura magia o quizás misterio; el secreto está en la trama, que es el elemento que establece la diferencia entre la narrativa literaria y una simple crónica de hechos; que marca la diferencia entre lo normal y lo extraordinario: crear una obra literaria no consiste en contar una historia, sino en cómo se cuenta. Si de la prosa poética se dice que es un hermoso poema de un único y extenso verso; de la narrativa de María Gracia puede decirse que son relatos mágicos, o novelas espléndidas impregnadas con las esencias del cuento. Y esto lo hace  la autora de manera intuitiva, genuina...; natural, como fluye el agua en los manantiales; como tenía que ser, porque no podía ser de otro modo.
Pero, ¡atención, amigos!, no todo es propicio en esta maravillosa novela que hoy presentamos; tiene una pequeña desventura: aquellos que la lean van a sentir el irresistible deseo de leer las restantes obras de la pentalogía de la que forma parte y, por las mismas razones, toda la espléndida obra de su autora, María Gracia.
Muchas gracias por vuestra atención, y ¡que sean muy felices!

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